Todos nacemos con la capacidad de hablar y con la ayuda de nuestros padres y de aquellos que nos rodean, aprendemos a hacerlo cada vez mejor cuando crecemos. En general, al llegar a la edad adulta, somos capaces de expresar correctamente la mayor parte de las ideas que queremos transmitir y que nos permiten operar en la rutina cotidiana. Pero para ser en nuestro mundo profesional, esta situación no nos alcanza, no es suficiente: nos desempeñamos en un mercado competitivo, hiperconectado. Que exige que seamos verdaderos líderes-comunicadores que inspiran y contagian ideas. Que hablan con alto impacto, influyendo en los demás.

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Al desarrollar nuestra  oratoria y comunicación personal potenciamos nuestra capacidad de influir y liderar. Líder se nace, pero también se hace. Cada uno de nosotros puede desarrollar y mejorar las denominadas competencias gerenciales entre las cuales están nuestra capacidad de oratoria y nuestra comunicación personal. Hablar mejor es ser más claro, más preciso, más organizado. Hablar mejor es poder alzar la voz entre todas las voces. Es imponer respeto y lograr que nos sigan. Es transmitir la propia personalidad mediante lo que decimos.

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Ayudar a líderes y directivos para alcanzar esta meta es mi pasión. Hoy acompaño a gerentes, ejecutivos, candidatos y políticos en ejercicio a lograrlo. Con actividades simples, que armonizan con la agenda  de cualquier CEO o funcionario en ejercicio. Somos lo que hacemos, pero también lo que decimos. Es importante ser, y también parecer. Para eso hay que comunicar bien y allí es donde juntos, siempre encontramos oportunidad de mejora.